ATENCION

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domingo, 18 de diciembre de 2011

LOS TOSCANOS


        
El yacimiento fue descubierto por el Instituto Arqueológico Alemán de Madrid en las excavaciones de 1964-1967. Pero ya a inicios del siglo XX, el lugar había sido “excavado” por otro germano, Adolf Schulten. El que sería más tarde “descubridor” de Tartesos se concentró en la zona de Cerro del Peñón y en Cerro del Mar. Schulten no quería estudiar los patrones de asentamiento de los fenicios, ni nada por el estilo. Schulten se limitó a intentar ser un discípulo aventajado de Heinrich Schliemann, y al igual que el “renombrado” descubridor de Troya, descubrir a través de las fuentes clásicas la fabulosa Mainake de las fuentes literarias, es decir, la supuestamente más occidental de las colonias griegas.

Basándose en las fuentes literarias identificó el asentamiento de Cerro del Peñón de  “Toscanos” con la colonia focea de Mainake. Para Schulten, hubiera sido fundada hacia el 630 a.C. Según autores clásicos como Estrabón, Mela o Avieno entre otros, estaría situada entre Malaka y Sexi, diciéndose que era un asentamiento griego diferente a los fenicios. Para Niemeyer, Toscanos sí sería Mainake, pero no un asentamiento griego y sí fenicio, donde quizás se pudo dar una presencia griega con un barrio donde desarrollar sus actividades, como ya hicieran en otros lugares.

Toscanos está localizado en la desembocadura del río Vélez. Se apoya en el declive oriental del Cerro del Peñón. Las excavaciones del poblado se concentraron por tanto en una pequeña colina que estaba localizada entre la orilla izquierda del río Vélez y el citado Cerro del Peñón. En esta zona hoy día se encuentran dos cortijos que pertenecen a la familia Toscanos, que da nombre de esta manera tanto a un complejo de yacimientos fenicios (Alarcón, Cerro del Peñón, Cerro del Mar y Toscanos), como a un único yacimiento, el propio Toscanos, del cual parece que dependerían los demás en mayor o menor medida.

Las excavaciones dieron como resultado el hallazgo de una serie  de construcciones típicas fenicias que se podrían encuadrar cronológicamente a partir de los momentos finales del siglo VIII a.C., pudiendo llegar hasta los momentos iniciales del siglo VI a.C. De esta forma podemos ver la evolución que tradicionalmente se ha fijado para la presencia fenicia en la Península, si se obvia el tema de Gadir y el enfrentamiento a causa de la antigüedad de su fundación.

De esta forma, tradicionalmente el inicio de la presencia se coloca a mediados del siglo VIII a.C., cuando los fenicios llegan a las costas andaluzas en su vertiente oriental. Esto hoy día parece que se rechaza, al menos parcialmente, ya que por el estudio de piezas cerámicas (estudios radiometricos) se ha podido fechar hacia finales del IX a.C. la presencia fenicia. Si nos atenemos a las corrientes mayoritarias, se puede ver la evolución citada, llegando los fenicios a Toscanos (según Niemeyer) en los momentos finales del VIII a.C. Aubet concreta esto aún más, precisando que la llegada fenicia se daría entre el 730–720 a.C. Aubet se basa en el estudio de las piezas cerámicas más antiguas del asentamiento, las cuales se inscribirían en su totalidad dentro de las formas  clásicas de la cerámica tiria del siglo VIII a.C.Pero también, según de nuevo Niemeyer, se podrían ver piezas cerámicas, de origen griego, como unas ánforas del Ática y de la isla de Chíos, un alabastrón corintio o varios fragmentos de “bucchero sottile” etrusco. Sin embargo, estas piezas parecen que serían algo posteriores, como del siglo VII a.C. y quizás incluso del VI a.C. Sin embargo, no se ha encontrado ninguna pieza de importación griega cuyo origen se pueda colocar en el siglo VIII a.C., y de esta forma, no existiría un referente claro con el que comparar la cerámica tiria que según Aubet sería del siglo VIII a.C.

Estas piezas griegas tendrían que ser obtenidas por la importación, fuese a través de comerciantes y naves griegas, como por agentes fenicios. Una de las explicaciones podría ser que los fenicios al navegar hacia Occidente, podrían recalar en diversos puertos griegos, tanto de la Grecia continental, como en momentos más avanzados, en las diversas colonias de los griegos. De esta forma, los comerciantes fenicios al recalar en puertos griegos podrían comprar estos objetos.

Pero tampoco se debería descartar que hubiese presencia griega en Toscanos basándose en la tesis enunciada por Niemeyer, siendo esta presencia griega atestiguada por la introducción de estos objetos griegos.
Toscanos es tanto el nombre de un conjunto de pequeños yacimientos, como a la vez de esto es el nombre específico del yacimiento principal de la zona. El complejo, además de por Toscanos, está formado por Alarcón, Cerro del Peñón y Cerro del Mar.
 El principal yacimiento es el de Toscanos, que estaría al pie de una antigua bahía. Ocuparía un pequeño altozano, desde  el cual se podría dominar con la vista toda la llanura que se da a lo largo del río Vélez, al igual que la importante bahía, la cual mantuvo su configuración primitiva desde la llegada de los fenicios hasta la Edad Media. De esta forma, y por todos los sedimentos y los aluviones que llevó el río con el paso del tiempo, se ha obtenido como resultado la configuración actual de la línea de costa.
 Cerca de Toscanos, en el vecino Cerro de Alarcón, se documentó (hacia el interior del hinterland de Toscanos) un asentamiento, que según Niemeyer, sería un puesto avanzado de guardia, o incluso una fortificación exterior al asentamiento, con unos 500 metros de extensión, de tal forma que podría servir como un bastión adelantado de defensa ante una agresión de las poblaciones del interior contra el asentamiento.

Estas posibles construcciones de finalidad defensiva se pueden relacionar con la existencia de un foso de sección triangular, descubierto en la campaña de 1971.Este foso de sección triangular se aprecia en los cortes abiertos en el límite suroeste del cortijo de Toscanos: se trata de una zanja excavada. Parece que sería un método de defensa de la zona más vulnerable del asentamiento, es decir, la zona suroeste. Este foso también se localizo cerca del edificio que supuestamente se clasifica como de almacenaje. En este caso está excavado en la roca virgen y parece que sigue el curso natural del terreno. Tenía una inclinación de 45º. Además la existencia del foso quizás se pudo complementar con la existencia de una supuesta muralla, de la cual no parece existir ningún resto.

Es posible que, a causa de un supuesto aumento de la población que se pudo dar quizás en la primera mitad del siglo VII a.C., el foso fuese recubierto, para tener una mayor cantidad de terreno donde edificar, en un proceso análogo al que sufrieron las ciudades europeas en el siglo XIX de destrucción de sus murallas para disponer de más espacio.

Parece que la primera zona que fue urbanizada por los fenicios es la zona que Niemeyer denominó del “núcleo”, donde se situaría el “almacén” o edificio “C”, y el foso defensivo hacia los años 740–730 a.C. En el estrato I del “núcleo” se localiza la casa “A”, de la cual no se tiene más que una habitación excavada, sin saberse si pudo ser una casa o una dependencia adosada de una granja, aunque lo más probable es que resulte ser una casa. Tanto al norte como al oeste de esta casa “A”, están localizados unos terrenos que parecen ser de paso público.

En esta primera fase del yacimiento, el espacio adyacente a estas primeras casas quedó despejado de cualquier tipo de edificio permanente. Ya en una fase posterior, estrato II, en el siglo VII a.C., que sería el del máximo apogeo de Toscanos se puede ver como se amplió el terreno edificado, ya que la casa “A” sufrió una ampliación al adosarse el anejo “B”. A este impulso constructivo se debe añadir  las casas “D”, “H” y “K”, aunque hoy día solo se conservan sus zócalos, que parecen haber sido hechos con adobe que no fue cocido. El suelo estaría hecho con arcilla apisonada, y los muros pudieron tener un enlucido. La cubierta de estas casas parece que sería con un tejado a dos aguas.

Todos estos edificios parece que tuvieron múltiples habitaciones, de planta cuadrada o rectangular, dando como resultado el que fuesen catalogadas como viviendas.

A partir del estudio de estas casas, se puede al menos intuir la presencia de cierto espíritu urbanístico fenicio, al menos en el yacimiento. Estas casas no presentan una orientación única, variando en cada una ligeramente con respecto a los edificios vecinos. Por tanto se puede intuir cierto espíritu urbanístico, pero nada más, ya que no hubo ninguna red homogénea y fija de calles. Quizás en el espacio entre las casas, se pudieran dar una serie de huertos pequeños unidos a las viviendas. Esta quizás fuese la razón de ese espacio preurbanístico entre las casas.

Esto tampoco se ve en otros lugares, como Chorreras, aunque se supone la existencia de una parcelación del terreno más o menos obligatoria, debido a la existencia de construcciones mas antiguas, pudiéndose observar dentro de esta una orientación uniforme de los edificios.

Tras este estrato I se puede apreciar un aumento de la población, implicando esto, según Aubet, la existencia de ciertas casas de lujo, como podrían ser las casas “H” y “K”. La casa “H” presenta una planta compleja y compartimentada, que para algunos, como López Castro sería de tipo palacial dentro de una colonia de Tiro, siendo una casa seguramente anterior al 700 a.C. Tiene una superficie de unos 150-250 metros2: las cifras varían en función de si es parte de esta estructura o no lo es la casa “A”. Estas casas parece que se pudieron articular en torno a un espacio central o “patio”, aunque no se sabe determinar cual seria su función real.

En esta segunda fase, se puede apreciar cierta aglomeración urbana, puede que como resultado de un segundo aporte de colonos provenientes de Fenicia. Este mismo proceso parece que también fue coetáneo a Chorreras y Morro de Mezquitilla.

El edificio más conocido e importante es el edificio “C” o “almacén” de Toscanos. Se fecha su construcción hacia el 700 a.C. (estrato III), es decir, unos 30 años después de que comenzasen a darse los primeros usos del yacimiento. Este edificio se superpuso, al menos parcialmente, a la casa “H”, lo cual implica una reordenación del territorio, quizás ante la falta de espacio edificable. Se construyó adyacente a los muros de las casas “A” y “H”, que habían sido ampliadas con anejos en el lado oeste, de tal forma que la casa “H” tuvo que ser modificada, para poder colocar allí el almacén. Tuvo que ser derruido el anejo (“I”) de esta casa, para poder levantar este gran edificio.

Existe un almacén que es el mejor documento para hablar de la comercialización tanto de materias como de productos fenicios. La función original del edificio se puede apreciar en la comparación con otros, que presentan 3 naves, que fueron excavados por el equipo inglés establecido en Motya, y que se catalogó como un almacén, o de la misma forma, si se compara con los almacenes del Hierro Antiguo en Hazor. Además este almacén será el único espacio de función pública.
  
Esta interpretación se basa además en el hallazgo en su interior de todo tipo de recipientes tanto de transporte como de almacenaje. Por tanto, sería un lugar de almacenaje, como parece que hubo en otros asentamientos fenicios a lo largo y ancho del Mediterráneo.

El almacén tendría 3 naves, de 15 metros de largo y 11 metros de ancho, y pudo llegar a tener 2 pisos. Además de los objetos de transporte y de almacenaje, también se han localizado en el almacén otro tipo de objetos como alabastrones, escarabeos engarzados en anillos de plata y bronce o gran cantidad de cerámica griega, desde  producciones jonias o samias (Asia Menor) a elementos como ánforas áticas de tipo Sos. En alguna de esta cerámica “griega” hay grafitos en griego y en fenicio.

Pero en Toscanos además de estas piezas de cerámica, también se han encontrado otros tipos cerámicos (como la cerámica policromada), aunque en menor número y entidad que la de engobe rojo. Tienen estas piezas una decoración a base de bandas paralelas más estrechas. Sería una cerámica originaria de Oriente, más tarde parece que imitada por los alfareros “indígenas”. Se fabrica a torno, dominando los colores ocres, rojo tierra, rojo ladrillo, castaño, naranja, gris, negro y blanco. Su tonalidad iría desde los muy oscuros a tonos más claros.

Sus formas mayoritarias son los platos hondos pintados con bandas paralelas. Curiosamente este tipo de platos no han aparecido en la zona de Cartago, lo cual quizás implique una influencia totalmente oriental, sin haber pasado por ninguna influencia intermedia del Mediterráneo central. También podemos hablar de vasos con los bordes vueltos hacia dentro, vasos anchos de boca también ancha, o de vasos cerrados con cuello inclinado, estando localizada la policromía generalmente sobre los hombros, panza, cuello, borde y asas.

La mayoría de la cerámica policromada está compuesta por platos de cerámica roja, calculándose la existencia de unos 960 elementos de este tipo, todos ellos a torno, con una tonalidad que oscila desde el rojo anaranjado claro a un rojo vinoso oscuro y pardo oscuro. Algunos platos tienen un tipo de engobe muy característico, siendo este muy brillante. Curiosamente, este tipo de platos están relacionados con diversos puntos de la Península como Almuñécar y valle del Guadalquivir, pero también con puntos ajenos a esta, como Mogador.

También de cerámica roja tenemos una serie  de vasos de boca de seta, con tonalidades similares a la de las piezas anteriores. Apenas tenemos en Toscanos vasos de boca simple con forma algo panzuda. Estos estaban hechos a torno, con una tonalidad ocre o rojiza. También podemos observar como hay vasos panzudos con doble asa y boca ancha y forma cilíndrica, fuentes de cerámica roja o gris espatulada o bruñida.

También tendremos vasos en formas de botellas, con superficie arcillosa. Podemos ver como tienen un cuello muy estrecho, con una boca cónica muy saliente. Hay tres botellas de boca grande, con paralelos por ejemplo en Cartago o Útica entre otros lugares del Mediterráneo.

La cerámica a mano también está presente en Toscanos, con formas diversas. La arcilla usada no es uniforme, estando muy depurada. Los colores van desde el pardo rojizo al blanco amarillo pasando por el pardo amarillento, amarillo grisáceo, o los grises parduzco, verduzcos o claro. Cronológicamente se podrían situar hacia el siglo VIII a.C., siendo una cerámica similar a la de otros lugares de Andalucía como Asta Regia, Cerro del Real, Carmona y El Carambolo, o la localidad portuguesa de Lapa de Fumo.

Esta cerámica hecha a mano sería un elemento realizado por grupos “indígenas”. Este elemento autóctono esta presente dentro de un asentamiento fenicio, que en los primeros momentos de su existencia, importaba desde otros lugares una cerámica hecha a torno. Por tanto, necesariamente, tuvo que darse algún tipo de contactos entre los “indígenas” y los fenicios, quizás pudiéndose instalar aquellos dentro de Toscanos, en algún tipo de “barrio” propio, de la misma manera que pudieron hacerlo los griegos según las tesis de Niemeyer, según la cual se identifica por tanto a Toscanos con Mainake.

No parece  que existiese una población “indígena” en el espacio donde se instaló Toscanos, aunque a cierta distancia hacia el interior aparentemente sí habría asentamientos “indígenas”, como parece que pasó en Emporion.

Tras esta digresión podemos ver cómo de  esta forma podría servir el “almacén” para guardar y almacenar gran cantidad de productos de lujo que posteriormente serían redistribuidos hacia el interior por tierra, o a otros establecimientos fenicios por mar.

La existencia de ese almacén, quizás también se pueda justificar alegando que si Toscanos explotaba las tierras de alrededor (lo cual podría explicar la presencia de Alarcón, para controlar y proteger este terreno de uso agrícola y/o ganadero), desde este almacén se podrían redistribuir esos productos agrícolas, y no sólo objetos de lujo, o al menos de cierta entidad.

Los elementos de lujo aquí hallados estarían vinculados al mundo de ultratumba, pero sin embargo en Toscanos también aparecerán en casas y en este almacén.

También se puede apreciar el carácter monumental del almacén, al ocupar un lugar central tanto en el espacio del asentamiento como en la vida de sus habitantes.

Coetáneamente o algo después de la construcción de este almacén (700 a.C.) surgirían en Toscanos pequeñas viviendas o cabañas cerca del mismo. Serían por tanto casas de una categoría inferior, llamadas casas “E”, “F” y “G”. Tanto Niemeyer como Aubet las ven como viviendas de obreros destinadas seguramente para el personal destinado a trabajar en dicho almacén. De esta forma, se vería una organización y diversificación social de sus habitantes.

Esta diferenciación profesional también se podría ver en los restos metalúrgicos del Cerro del Peñón. Aquí se tendría que ver como existiría un grupo concreto de especialistas e importante en número. También Niemeyer dice que pudo darse una “industria” dedicada a la manufactura de la púrpura.

Otro rasgo de especialización económica podría ser los indicios de ganadería. Por el estudio de los huesos de animales, hechos por R. Soergel y H.P. y M. Uerpmann, se ve el predominio del ganado vacuno, y por detrás el grupo de ovicápridos, mientras que apenas hay restos de cerdos (quizás por motivos ideológicos o religiosos  más que económicos), y de la caza, aunque aparecen algunos restos de uro, ciervo, cabra hispánica o conejo. Aparece también el perro y las gallinas: parece que quizás fue el primer lugar de Europa donde apareció este animal domesticado.

La importancia del ganado vacuno es que puede aportar alimentos como carne y leche. Esto parece apreciarse en el patrón de sacrificio, que es secundario, al sacrificarse animales de cierta edad. Pero además de estos alimentos, también podrían aportar una fuerza de trabajo a tener en cuenta tanto en el nivel de carga y tracción de mercancías, como para las labores agrícolas. Esto se vería, por otra parte, también en el hecho de que podrían proporcionar estiércol que permitiera fertilizar el campo con potasio y nitrógeno, todo lo cual podría implicar una agricultura, al menos hasta cierto punto intensiva, que desgastara en gran medida la tierra, lo que justificaría el tener que enriquecer la tierra por otros medios.
 Por otro lado, parece que quizás el papel del ganado vacuno se ha sobrevalorado, y que en realidad esa importancia fue menor. Esto sería debido a que al menos en los niveles iniciales de Toscanos, se pudo confundir los huesos de cerdos con los de animales vacunos, de tal forma que esta importancia se sobredimensionó.
 El pescado parece que fue importante también en Toscanos. Se pescarían numerosas especies del litoral andaluz como el dentón, el mero o la breca. Esto quizás respondiese simplemente a una pesca de tipo subsistencial. También parece que se capturaría una cantidad importante de moluscos, utilizándose el múrex posiblemente para la elaboración de la púrpura.
 Por todo esto, quizás hubo grupos específicos de pescadores y de ganaderos.
 En el estrato V se puede ver como la zona del almacén fue ampliada a costa de cubrir el antiguo foso defensivo.
 Sobre el hallazgo de  huevos de Avestuz Torres Ortiz nos dice que su significado funerario es evidente yráramente se han hallado en contextos de habitat dentro de las colonias fenicias como ocurre en Toscanos.




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