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jueves, 15 de diciembre de 2011

LOS FENICIOS EN MALAGA


La costa atlántica andaluza fue una de las primeras áreas occidentales que despertaron el interés de los comerciantes fenicios.Estas tierras ricas en minerales, como el cobre y la plata, y en productos agropecuarios acogieron a comerciantes y artesanos orientales al menos desde finales del siglo ix a. C., tal y como demuestran los recientes hallazgos efectuados en las zonas bajas de la ciudad de Huelva
Los fenicios vinieron  a la península ibérica, en busca de metales porque tenían necesidad de ellos.
 En el primer milenio a. C. surge un interés especial por la plata para crear artículos u objetos de lujo en plan ornamental, pasando después a ser un objeto de intercambio. De ahí que digamos  que  es el aspecto orientalizante, el cual está presente en nuestra península según los hallazgos en las diferentes necrópolis y poblados encontrados en toda la costa del Mediterráneo peninsular,
Este hecho posibilitó la asunción del riesgo y los costos de un comercio a tan larga distancia. Implantaron una ruta mercantil hasta el Atlántico, teniendo en Cádiz la principal base comercial, a partir de lo cual la costa de Málaga se hace fundamental en la difícil travesía del Estrecho.
En el siglo VIII son los fenicios  los que fundan en la desembocadura del rio Guadalhorce la colonia Malaka. Comenzó, por parte de estos comerciantes semitas, una interesada búsqueda de las riquezas naturales de la región y, con ella, una carrera de reconocimiento de nuestra geografía y de sus gentes.
Málaga fue una de las colonias comerciales fundadas por los fenicios de Tiro, desde el siglo VIII AC, éste periodo tuvo una duración aproximada según algunas fuentes , del 770 al 550 AC. Debido a las buenas condiciones para el atraque en su puerto natural al pie del monte Gibralfaro y la gran cantidad de yacimientos de plata y cobre, siendo bautizada con el nombre de Malaca. Entre las actividades económicas que esta colonia desarrolló, hay que hacer referencia a las industrias pesqueras destinadas a la producción de púrpura y a la salazón; y llegaron a acuñar moneda. 1. Orígenes. La costa que ocuparon los fenicios estuvo habitada desde tiempos remotos. Antes del V milenio aparecen vestigios de poblaciones neolíticas en Biblos, con cerámicas de tipo impreso. Sigue una cultura de clara influencia mesopotámica, que enlaza con la fase de Hassuna, con cerámicas pintadas, y más tarde se observa la influencia de las de Tell Hala. Se ignora a qué tipos de población cabe atribuir estas culturas, pero todo parece indicar que se trata de grupos asiáticos, quizá procedentes del noroeste del Irán y de la Alta Mesopotamia.
La llegada de los pueblos que pueden enlazarse directamente con los que después serán llamados fenicios puede situarse en torno al 3000 a. C. Se trata de grupos de lengua y estirpe semíticas, de tradición nómada, que acaban fiján­dose en la zona costera de F. Muy pronto el territorio interesa a los egipcios. A partir de poco después del 2000 a. C., durante la XII dinastía, la presión egipcia se manifiesta no sólo en los intercambios comerciales son frecuentes los hallazgos de objetos egipcios en los niveles correspondientes de las ciudades fenicias de esta época, sino también en el establecimiento de una especie de pro­tectorado. Sin duda, dichas actividades comerciales con el país del Nilo fueron un elemento clave en los inicios de la prosperidad económica de las ciudades del litoral cananeo.
    Incluso si la climatología impedía la navegación, se podía continuar el viaje a pie desde Málaga. Desde el VIII al VI a.C. se establecen numerosos enclaves fenicios en la costa malagueña, muy próximos unos de otros, compartiendo un patrón de asentamiento bastante homogéneo, situados en una elevación costera fácilmente defendible junto a la desembocadura de un río, que servía de puerto y vía de comunicación con el interior, a la vez que facilitaba las funciones de mercado de estos núcleos.
En estos lugares habita una densa población fenicia dedicada al comercio, la pesca y su salazón, que aprovecha las fértiles vegas para una producción agropecuaria intensiva y dispone de talleres de cerámica y metalurgia. Los modos de producción de los fenicios debieron causar un fuerte impacto en las poblaciones autóctonas, que de este modo conocieron innovaciones tales como la cerámica a torno, el uso del hierro, técnicas en la salazón, y nuevas
especies como el olivo y la gallina.
Del antiguo pasado fenicio, podemos visitar los yacimientos de Toscanos, Jardín y Trayamar:
Fundado en el siglo VIII a. C., Toscanos se sitúa sobre una colina en la orilla derecha del río Vélez, cerca de la C-N 340. Las excavaciones han dado a la luz restos de una factoría, protegida por una muralla y un foso, un gran almacén de tres naves y dos plantas, algunas viviendas e instalaciones portuarias.
Las tumbas y los asentamientos fenicios del área de Málaga manifiestan unas relaciones de poder entre grupos fenicios y gentes locales distintas a las que hemos visto en la zona de Huelva. Los colonos del área de Málaga se apropiaron de un territorio y ejercieron sobre él una soberanía en la que las jerarquías coloniales se establecían y legitimaban a través del origen, un principio, por otro lado, fácilmente manipulable.
      Todos estos asentamientos muestran un patrón muy diferente al de la Andalucía atlántica: se trata de asentamientos en áreas desocupadas donde o bien no se conocen poblaciones locales en las inme­diaciones o bien se dotan de límites físicos –Toscanos– o naturales –una isla rodeada de marismas en el caso del Cerro del Villar– que amplifican su distancia, su separación.
Estos centros parecen acoger a un núcleo de población estable integrado principalmente por gentes que trabajan en actividades mercantiles, artesa­nales y portuarias. En los enclaves fenicios de la costa de la Axarquía y de la bahía de Málaga se levantan viviendas y estructuras domésticas que traducen un paisaje colonial socialmente diverso, así como infraestructuras portuarias y comerciales –como tiendas y almacenes– y pequeños talleres artesanales dedicados principalmente a la producción cerámica y a la meta­lurgia del hierro y del bronce, y, en menor medida, de la plata,
Las características del lugar elegido para establecer el primer asenta­miento fenicio en el área malagueña sugieren que el intercambio con las poblaciones del territorio inmediato no fue la principal finalidad de esta fundación, al menos en sus primeras décadas de funcionamiento.
La cultura material manifiesta, por un lado, una clara intención por parte de los residentes de estos enclaves en construir una iden­tidad comunitaria, propia y diferenciada con respecto a la población local que vive en asentamientos no coloniales, y, por otro, la intención de estable­cer unas jerarquías sociales en la colonia que pivotan en torno a identidades de tipo étnico. En estos ámbitos, estas identidades sociales se establecieron, posiblemente, a través de la descendencia, pero principalmente a través del uso de una cultura material que subjetivamente identificaban como «feni­cia», tal y como sugieren los enterramientos.
Dicha  cultura material está ausente no sólo de los ajuares funerarios, sino también de otros actos fúnebres que tenían lugar en estos espacios. En la necrópolis de Trayamar se conservan evidencias de la celebración de ban­quetes fúnebres. En el exterior de las tumbas se acumulan decenas de restos de vasos de cerámica usados en estas prácticas, unas celebraciones que se realizaron incluso una vez clausuradas las cámaras sepulcrales. La vajilla utilizada en estas ceremonias se compone básicamente de platos de engobe rojo (Schubart y Niemeyer, 1976: 142-143 y láms. 20-23), estando exclui­das las vajillas cerámicas asociadas a modos de consumo tradicionales en las comunidades locales del área malagueña. En este sentido, la cultura material de estos asentamientos revela una importante diferencia con respecto a los barrios con población fenicia que hemos visto en el enclave onubense: la cultura material ligada a prácticas sociales con una alta visibilidad pública y que es crítica para la construcción de determinadas identidades y jerarquías sociales en las colonias remite prácticamente siempre a modelos fenicios, que pueden ser netamente orientales o reelaboraciones propias de estos ám­bitos occidentales (Delgado y Ferrer, 2007).
En las colonias fenicias del área malagueña, estos elementos se restrin­gen a ámbitos y a prácticas muy concretos: algunos elementos de vestido, el uso de determinadas tecnologías o formas de hacer propias de grupos locales,  y determinados vasos de cerámica destinados principalmente a la preparación y cocción de alimentos.
La vinculación que se establece en los ritos fúnebres de las necrópolis del área de Málaga con las formas que adopta la representación del poder en Oriente la encontramos también en el uso de vasos de alabastro. Estos recipientes fueron utili­zados como elemento de ajuar o como urnas cinerarias en muchas de las ne­crópolis fenicias del litoral mediterráneo –Lagos, Cerro del Mar, Trayamar, Almuñécar–. Algunos de estos vasos, que en su origen debieron contener vino y perfumes de alta calidad, son de producción egipcia y excepcional­mente disponen de inscripciones jeroglíficas.
Escarabeos egipcios, huevos de avestruz, cerámica griega... Estos objetos se han encontrado en la provincia de Málaga. ¿Cómo llegaron estos productos de origen tan lejano? La respuesta la hallamos en los transportistas de la Antigüedad: los fenicios.

LOS HINTERLAND FENICIOS

EL HINTERLAND DE MAZARRON

EL HINTERLAND DE VINARRAGELL

 HINTERLAND TARTESICO EN LA MANCHA

 SEXI Y SU HINTERLAND

EL HINTERLAND DEL RIO GUADALHORCE

EL HINTERLAND DE LA FONTETA

 EL HINTERLAND DE ANDALUCIA

  EL  HINTERLAND DE HUEVA

EL HINTERLAND DE GADIR

ALHONOZ Y SU HINTERLAND 

EL HINTERLAND DE EXTREMADURA

CASTULO Y SU HINTERLAND

EL HINTERLAND DEL CERRO DE ALCORCON

EL HINTERLAND DE MASTIA

AKRA LEUKA Y SU HINTERLAND

EL HINTERLAND  DE SUKRO – CULLERA

EL HINTERLAND DE  AMPURIAS

HINTERLAND DE ALLONIS